dilluns, 23 de gener del 2012

El jardín

Hace mucho, mucho tiempo, cuando la musa Ana todavía me llamaba Merlín, solíamos intercambiar versos. De aquellos diálogos líricos surgió una recopilación con el título "Poemas para un elfo"...

     Te copio unos versos de Neruda:
¿Mueres tú también, mueres
como lo hermoso humano,
hijo sutil del bosque?
Te aquietas por el musgo,
callas entre la niebla,
alguna nube esculpe,
iris de leve nácar.
     Muero y renazco constantemente. Al tiempo que mi casa terrenal se desmorona, me es preparada una morada eterna en los cielos.

Paseé por el jardín,  conversando con las aves,
deslizándome sobre el musgo,
levemente, apenas rozándolo...


Recordé estos últimos versos hace poco, paseando por el mismo jardín, deslizándome sobre el mismo musgo.
¿Comprendes ahora...?
El estanque, el jardín, y todo lo que voy mostrándote, parecen lugares mágicos en estas fotos, pero es el ojo, el espíritu, el que descubre la belleza escondida a los ojos de los hombres de carne y hueso. Cógeme de la mano y sígueme...

Bajaremos peldaño a peldaño al país de las maravillas.



Hay que bajar, hay que hacerse pequeño para darse cuenta de que en mi jardín cada baldosa es un universo




 y cada bellota un mundo, y esos agujeritos son la puerta de entrada


¡Y hay miles de esos mundos bajo los robles de mi jardín!


¡Millones!

Mira: estas hojas bajaron de los tilos a besar los líquenes y musgos que habían admirado durante toda su vida, mientras estaban prisioneras en las ramas:


Y estas bajaron de los plátanos a bailar con el rusco, al son del viento:


Pero las hojas de hiedra no quisieron bajar al suelo, y aunque se aferraban a la vida, murieron como vivieron, pegadas al muro, abrazadas al tronco:



Años después de "Poemas para un elfo" escribí "El jardín".
Empezaba así:

     Un día, paseando por Internet, me encontré con tu página y tus poemas...


     ¿Llegó a tu playa la botella con el mensaje?
Vivimos a orillas del mismo mar...
"Poemas para un elfo" es un diálogo entre Ana      mi amiga       y Merlín      como a ella le gustaba llamarme      .
Casi todo es de Ana.
Para ella, la poesía es un intento romántico de evasión, un grito de socorro de su corazón, hambriento de cariño.

     Lo leí, y me fascinó.

     Quizá porque tú también sabes ver lo preciosos que son los lugares cotidianos.
Dime: ¿pasea también por tu jardín la Verdad?
Dime: ¿La has visto?

     ¡Mi jardín...!
Cambia según el día, según la luz, según el tiempo.
Hay muchísimas flores: girasoles, amapolas, margaritas... y también malas hierbas. A mí no me desagradan.
Acepto lo que encuentro en mi jardín, como acepto lo que vivo hoy, lo que puedo aprender hoy.
Hay árboles gigantes, viejos y con muchas raíces.
Hay pájaros que van y vienen, cantan o guardan silencio, vuelan o descansan.
Hay vida y a la vez hay paz.

     Tu paz, amiga mía, que ves reflejada en ese jardín, espejo de tu alma.
Mis palabras son como las aves y los árboles de tu jardín: un dedo que señala hacia Dios. ¡No te quedes mirando el dedo!