Una mañana fría de invierno. El jardinero se afana amontonando hojas caídas y llevándoselas no sé dónde. Pero las que caen en el estanque se quedan allí para siempre...
Se sostienen precariamente en la superficie durante unos dias pero, poco a poco, el agua oscura las abraza
y las convierte en fantasmas dorados, que se disuelven lentamente.
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