Es una de las joyas que hacen de las Ramblas una de las calles más visitadas y admiradas del mundo.
A pesar de estar siempre abarrotado de turistas, conserva la atmósfera de lugar singular y acogedor.
Sus puestos, o paradas, son un regalo para los ojos, una paleta de colores.
Rojos...
Verdes...
Y en otoño nunca faltan setas
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